CROBOT "WELCOME TO FAT CITY" (2016), BIENVENIDOS AL PARAÍSO DEL 'GROOVE' Y LA CORRECTA ASIMILACIÓN DE LOS GRANDES!!!

NOTA: 90%

Otro albumazo cinco estrellas este Welcome to Fat City (2016) de los yankees Crobot. A las alturas en las que estamos del año, me estoy empezando a plantear si hacer 'TOP F***ING 10 2016' por la cantidad y la calidad de los discos que se están sacando este año y lo harto complicado que me va a suponer hacer una lista de preferencias. Difícil tarea queridos Pupilos, y es que cuando tienes entre manos a una banda que suda, supura y escupe rock'n'roll por todos sus poros dificilmente puedes resistirte a su encanto electrizante y al 'groove' irresistible que plantean.

Muchas cosas 'no están en venta'...y nuestra alma rock'n'roler menos. 'PRESS!!!'...




El cuarteto de Pottsville, Pensylvania, formado por Brandon Yeagley (vocals, Harmonica), Bishop (guitar, vocals) y los hermanos Jake Figueroa (bass, vocals) y Paul Figueroa (percussion), nacen para venerar y tributar la década dorada de los putos grandes riffs, los 70's, sin perder de vista el primer 'revival' serio de aquella década gloriosa, recreado en los 90's con bandas como Soundgarden, Rage Against The Machine, Clutch o Wolfmother entre otros, por lo que ya os podéis imaginar que la banda se mueve estilísticamente en muchas direcciones facturando un adictivo y exultante cocktail rebosante de funk, blues, boggie rock, pinceladas stoner, metal y toneladas de hard rock vintage onda Zeppelin, Grand Funk, Hendrix.

No me sentiría tranquilo si no os dijese que este tercer disco de los americanos es el primero que escucho de la banda por lo que no os puedo hablar de evolución o de como fueron sus inicios (y como me arrepiento de esto...), pero ya os digo que... ¡este disco entra como un jodido tiro!. Con un 'feeling' increible, una expontaneidad y desparpajo impresionantes y una capacidad exagerada para parir riffs, y es que estamos hablando de una banda que va a competir de igual a igual con los brutales trabajos de Monster Truck, Scorpion Child o Buffalo Summer para el podio 2016 en tanto en cuanto a 'Classic Hard Rock' se refiere.

La ironía y los guitarrazos con un 'groove' brutal ya empiezan desde el segundo uno con el inicial "Welcome To Fat City", y es que Brandon Yeagley y sus secuaces nos traen un disco de explosiva energía que te llevan sin remedio a castigar cervicales caso de "Play It Cool", el tufo Soundgarden en "Right Between The Eyes" o el 'instant classic' en el que se convierte el 'zeppeliano' "Not For Sale" desde el primer puto segundo que te entra por las orejas. ¡Qué energía y excesividad tienen estos tipos!.

Como ya os decía más arriba, la influencia del Dios Cornell de la primera década de los 90's es muy palpable en el registro vocal de Brandon pero intrumentalmente como banda se manifiesta en toda su intensidad en "The Plague Of The Mammoths" un tema pesado y demoníaco que parece sacado del mismísimo Badmotorfinger, así como ciertos punteos y riffs de Bishop en donde muestra buen gusto por las frikadas sónicas de Tom Morello y los riffs inmensos de aquel debut de Wolfmother. Desde luego que estos 'tics' no le restan ni un ápice de personalidad a la banda pues disfrutas al máximo con los once trallazos contenidos, incluso cuando facturan un 'hard blues' con tanta calidad setentera como "Moment Of Truth" y su musculosa parte intermedia.

Concluyendo, un disco este 'Bienvenido a la Ciudad Gorda' increíble, potentísimo y muy entretenido, con todos los ingredientes genéricos para llegar a lo más alto y con una banda dando absolutamente todo como bien se demuestra en el corte en directo con el que me despido...

1 comentario:

sammy tylerose dijo...

Escucha YA "Something Supernatural", el anterior. Ese disco es la polla. "Welcome to Fat City" aún no me lo he comprado y te diré por qué: tarde o temprano caerá, pero me estoy resistiendo por el tufillo a repetición de esquemas que empiezan a dar, con unos temas demasiado parecidos entre sí. Deben mejorar en esa parcela, ya que están sufriendo el síndrome R.A.T.M demasiado pronto.
En directo, 3 cuartos de lo mismo. La primera media hora es alucinante, estás ante el mejor concierto del año. Pero a partir de ahí, terminas pidiendo la hora, parece que entren en bucle.